Huyendo los mozárabes andaluces de la persecución de los almorávides, un grupo de aquéllos, al frente del cual venía Clemente, obispo electo de Sevilla, llegaron en el primer tercio del siglo Xlll a Talavera y desde allí marcharon a un lugar de La Jara donde levantaron sus viviendas originando así el nuevo lugar de Sevilleja. La orden militar de Alcántara se había apoderado de algunos pueblos, propiedad de los arzobispos de Toledo en la jurisdicción de Talavera y su Tierra, como natural consecuencia de las luchas civiles castellanas; por eso en 1455, se da poder por el arzobispo de Toledo, don Alonso Carrillo, para que se recuperen esos pueblos, entre ellos Sevilleja, Gargantilla, Río Frío y Cardobilla.
Cinegética:
Sevilleja de la Jara está a unos 190 km de Madrid, por la carretera de Extremadura que se desvía desde Talavera de la Reina al pantano de Cíjara, tierras de monte bajo, agotadas por el sol, donde el sonido de una simple mosca da voz al calor. Sevilleja es un conglomerado de casas bajas de adobe, de calles estrechas, tortuosas y limpias con 2.600 habitantes, 20 nacimientos y 25 defunciones por término medio durante el año; tres bares donde, llegado el caso se puede echar un sueño reparador. A Sevilleja de la Jara le ocurre como a la mayoría de los pueblos, los jóvenes se van y no quedan más que los viejos y los que “gustan” de la caza. Porque esta tierra con justicia es de hecho un paraíso con abundancia de especies y un paisaje amplio que invita recorrerlo por sus cuatro costados. Aquí la gente ama la caza hasta los mismos huesos. No es de extrañar pues, que aquí se encuentre el primer Coto Social de Es-paña. A la entrada al pueblo, a menos de un kilómetro se encuentran las instalaciones del Servicio Nacional de Pesca Continental, Caza y Parques Nacionales, entidad que ges-tionará y canalizará la puesta en marcha de este gran coto de caza menor que ocupa una superficie de más de 30.000 hectáreas, comprendidos los términos municipales de Sevilleja y Anchuras, en las provincias de Toledo y Ciudad Real, respectivamente. Además de estos pueblos, el coto alberga las aldeas de Buenasbodas, Gargantillas, Minas de Santa Quiteria y Puerto del Rey, éste ya en la provincia de Cáceres. Dada su gran extensión, el coto sólo puede conocerse haciendo el recorrido en auto-móvil. Aunque los caminos son de tierra, la circulación no entraña ningún riesgo y se hace siempre cómoda. El paisaje es hermoso, casi infinito, con montes chatos que rompen la línea de horizonte e impiden divisar cualquier núcleo de población. Con un poco de suerte puede verse a la perdiz detrás de los matorrales o bien elevándose al cielo, en vuelo recto y rápido. La etapa final del viaje termina en el pantano del Cíjara, soberbio y tranquilo. Este es el límite natural del coto, adentrado ya en la provincia cacereña. Por estas tierras no sólo se encuentra la perdiz, sino también el “venao” y el jabalí. Sin embargo, la “patirroja” tiene asentado aquí su reino. Las gentes de Anchuras y Seville-ja conocen palmo a palmo el terreno, por eso, quien decida conocer los extraños se-cretos del coto debe agenciarse antes la amistad y el acompañamiento de quien, con conocimiento de causa y efecto por mor de los años y el apego de la tierra, sabe mejor que nadie todo lo que palpita en esta sierra grande, sin desproporción en el paisaje. Al Coto Social de Sevilleja de la Jara y Anchuras tendrán acceso, según prescribe la nueva Ley de Caza, todos los cazadores españoles con arreglo a los sorteos y precios que se establecerán en el oportuno plan anual de aprovechamientos. Los permisos oportunos podrán conseguirse en las oficinas provinciales del Servicio o bien dentro de los municipios de Sevilleja y Anchuras, donde se encuentran los contro-les de vigilancia y mantenimiento de los cotos.
