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Última modificación

26-10-2023

LOS MAESTROS RURALES MOTORIZADOS

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EL SERVICIO DE MAESTROS RURALES MOTORIZADOS

Para conmemorar el Día Internacional de los Archivos el 9 de junio de 2021, el Archivo de la Diputación ha realizado una exposición virtual sobre el Servicio de Maestros Rurales Motorizados, formada por documentos textuales y fotografías conservados en el mismo. Este Servicio fue una importante y novedosa actividad educativa realizada por la Diputación de Toledo durante los años sesenta del pasado siglo, con la finalidad de acercar la enseñanza básica a los niños y jóvenes, que tenían su residencia habitual en el campo y para los que era difícil acceder al aprendizaje elemental.

A la vez, con ella se pretende hacer un homenaje a aquellos maestros que con su trabajo hicieron posible esta significativa labor.

En noviembre de 1956 y a iniciativa del diputado provincial Miguel Palacios García-Rojo, el Pleno de la Diputación de Toledo acordó la creación de un servicio de “Maestros rurales volantes” para luchar contra el analfabetismo en fincas y caseríos agrícolas de la provincia, que carecieran de la posibilidad de facilitar de otra forma la enseñanza primaria indispensable a niños y adultos que trabajaban en ellas. Esta propuesta fue apoyada por todos los miembros de la corporación, que votaron unánimemente los recursos económicos necesarios para acometer esta tarea y fue llevada a cabo bajo la dirección del entonces también diputado provincial Luis Moreno Nieto.

Miguel Palacios García-Rojo, agricultor y “hombre de campo” como se definió a sí mismo, conocía bien la dificultad que había para la escolarización de los niños que residían en un entorno rural y en pequeños núcleos de población alejados de los municipios, debido la distancia que los separaba de la escuela más próxima.

 

Los alumnos en clase

Los alumnos en clase

En sesión plenaria de la Diputación, de 29 de diciembre de 1956 fue aprobado el Reglamento del Servicio de Maestros Rurales Motorizados. De esta forma a principios de 1957 la Diputación de Toledo comenzó a hacer realidad esta importante labor educativa, que se prolongaría hasta el año 1968.

Su objetivo era facilitar gratuitamente la enseñanza en su grado más elemental a aquellas personas que habitaban en casas de campo alejadas más de tres kilómetros de los municipios, cuya situación no hacía posible la asistencia a la escuela, y a la vez combatir el analfabetismo en adultos.

Así nació el Servicio Provincial de Maestros Rurales Motorizados, resultado de la unión de tres fuerzas, sin las cuales no hubiera sido posible: la aportación económica de la Diputación, el entusiasmo y vocación de los maestros y la colaboración de dueños de fincas y dehesas que cedieron locales y el mobiliario indispensable para las clases.

El Servicio empezó con 18 escuelas rurales, funcionando en 1957 en las siguientes fincas de la provincia:  «El Castañar» (Mazarambroz), «Bercenuño» (Valdeverdeja), «Majada de la Perra» (Parrillas), «Ventosilla (Polán), «El Bravo» (Caleruela), «Machaca» (Oropesa), «Alcubillete» (Burujón), «Alimán» (Ajofrín), «Las dos Villartas» (Escalona), «Monte Jareña» (Belvís de la Jara), «El Espinar (Almonacid); «Los Parditos» (La Puebla de Montalbán), «Ontanilla» (Talavera de la Reina, «Los Pajares» (Santa Cruz de la Zarza), entre otras, para llegar a atender 52 escuelas en 1960.

La enseñanza se impartía en locales y habitaciones de las fincas que sus propietarios adaptaron para este fin, dotándolas del mobiliario imprescindible y la Diputación facilitaba el material escolar necesario.

La carencia de vivienda para el maestro se resolvió con la motocicleta. El maestro se desplazaba en ella desde su lugar de residencia habitual a la finca, donde le esperaban sus alumnos, y regresaba a su domicilio al finalizar la jornada, transitando por los caminos polvorientos o embarrados de la provincia.

Para el cumplimiento de este fin se firmaron convenios anuales entre maestros y la institución provincial, en los que se establecían las condiciones del trabajo. La Diputación concedía una gratificación a los docentes, les dotaba de la moto si carecían de ella y de combustible, además de hacerse cargo de las reparaciones necesarias del vehículo. En 1960, por ejemplo, la compensación económica por este servicio fue de nueve mil pesetas anuales y mil pesetas más, en concepto de desgaste de la motocicleta cuando ésta fuera propiedad del maestro.

El número de días mínimos de clases al año era de doscientos, pudiendo cada maestro, en atención a las condiciones climatológicas de la provincia y al estado de los caminos, fijar un calendario escolar con los días lectivos de cada mes, sin reducir por ello el número mínimo de jornadas establecidas al año. El curso podía comenzar los meses de marzo o de abril y finalizar a finales de noviembre o diciembre.

A todos los maestros del Servicio se les entregó una “Biblioteca Viajera” con 75 libros cada una para cederlos gratuitamente a las familias residentes en las fincas.

Sirva a la vez esta exposición como recuerdo de todas aquellas personas, que se implicaron y trabajaron para hacer posible este Servicio.