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CENTRO CULTURAL SAN CLEMENTE / MELQUE

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02-10-2024

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HISTORIA

La iglesia de Santa María de Melque es el edificio mejor conservado de lo que fue un amplio conjunto monástico construido a finales del siglo VII, en el territorio de la ciudad de Toledo, la antigua capital del reino visigodo.

El templo, único por sus características en el reducido panorama de la arquitectura de la Península Ibérica en la Alta Edad Media, se ubicaba en el centro de un gran patio formado por las distintas dependencias de un edificio, igualmente de carácter monumental, dotado de diferentes naves y dos alturas, que sirvió para albergar las distintas dependencias de uno de los pocos monasterios visigótico-mozárabes que conocemos. Sus restos marcan aún la topografía de la zona y pueden contemplarse en algunos puntos concretos en los que se ha realizado su estudio mediante excavaciones arqueológicas parciales.

Poco después de su fundación se produce la conquista islámica de la Península, aunque pervive con certeza la función monástica del complejo, habitado por una comunidad mozárabe.  Años después, abandonado el culto cristiano, se convierte en el centro de un pequeño poblado que aprovechó la sólida estructura de la iglesia para edificar sobre ella una pequeña fortaleza, coronada con una torre que se levantaba sobre el crucero. La huella visible de los cambios de esta época son los restos de la torre de la fortificación musulmana, que aún cubren parcialmente la cúpula de la iglesia.

Con la conquista de Toledo por el rey Alfonso VI en el año 1085 el antiguo templo recuperó su antigua función litúrgica, sin perder por ello su añadida función militar, que conservaría como centro de una pequeña fortaleza hasta momentos muy avanzados de la Baja Edad Media. Las diferentes sepulturas antropomorfas talladas en la roca alrededor de la iglesia y los restos de diferentes barbacanas o pequeñas murallas que aparecen ocupando el antiguo patio, son algunos de los elementos reconocibles que tienen su origen en este momento.

La pequeña población surgida al amparo de la vieja iglesia se ha mantenido a lo largo del tiempo, sufriendo las consecuencias de hechos históricos como la desamortización de los bienes eclesiásticos en el siglo XIX, que acabó con el culto en la entonces ermita y propició un olvido del lugar que sólo empezó a verse superado con la llegada de los primeros estudiosos a comienzos del siglo XX.

Desde su recuperación para la historia del arte a comienzos del siglo XX y gracias al trabajo de muchos profesionales interesados por este importante conjunto arqueológico, siempre apoyados por la Diputación Provincial de Toledo, propietaria del monumento, se ha conseguido profundizar en el conocimiento de la auténtica importancia del Sitio Histórico de Santa María de Melque, que ha llegado a convertirse en todo un referente para la historia de la Alta Edad Media en Europa.


 

LA IGLESIA DE SANTA MARÍA DE MELQUE

La iglesia de Santa María de Melque, construida a finales del siglo VII, es el templo altomedieval mejor conservado de la Península Ibérica.

Por sus características constructivas y estado de conservación es un edificio único en el panorama de la arquitectura de estos años en Europa occidental. Su aparejo y su técnica constructiva son una clara herencia de la tradición arquitectónica tardorromana. Sin embargo, su planta y algunos de los escasos elementos decorativos que aún se conservan en el propio monumento hay que vincularlos con algunos ejemplos conocidos en el mundo oriental, en concreto con las primeras expresiones que conocemos de edificios levantados por la influencia del cristianismo en lugares como Siria o Jordania.

La iglesia, de planta cruciforme, conserva íntegras sus distintas naves y una de las capillas laterales; solo parcialmente se conservan otra de estas capillas y una sala sin cubierta dotada de diferentes arcos de herradura, muy pronunciados, de uso aún desconocido, aunque algunas hipótesis apuntan a un lugar previsto para enterramientos. Como principales detalles constructivos hay que desatacar los restos de decoraciones en estuco que se conservan en algunos de los arcos torales del crucero, con motivos vegetales, y la existencia de un nicho que parece preparado para acoger un sarcófago, que podemos vincular con el del personaje responsable de la fundación del templo y, por lo tanto, promotor del monasterio.

La amplitud del presbiterio en relación con el resto de las dependencias del edificio muestra el origen monacal de esta construcción, que se convirtió en castillo islámico en los siglos IX-X y que recuperó el culto cristiano como ermita a partir de finales del siglo XI.

En la actualidad y tras las obras de restauración realizadas en este edificio, uno de los escasos inmuebles que muestran la importancia de Toledo en época visigoda, se puede contemplar en un estado muy próximo al que debió tener en el momento de su construcción.